por Benito Rivero Villamarín, Iberia HR Sales Director en PepsiCo y colaborador de ENAE Business School. Rivero Villamarín nos descubre la influencia emocional que el líder tiene sobre los componentes de su equipo.
“Adúlame, y puede que no te crea. Critícame, y puede
que lo tome a mal. Ignórame, y puede que no te perdone.
Estimúlame, y puede que jamás me olvide de ti.”
William Arthur
Se ha descubierto en los últimos años que poseemos unos circuitos formados por un grupo de neuronas, que están preparadas para que nos adaptemos a la mente de nuestros interlocutores.
Nos referimos a las neuronas espejo, las cuales fueron descubiertas en un laboratorio de investigación cerebral, cuando observaron que la neurona de un mono se activaba en el preciso momento que éste observaba cómo un ayudante de laboratorio movía su brazo para saborear un helado.
Las neuronas espejo reflejan en nosotros lo que podemos ver en los demás, desde movimientos hasta intenciones y, en especial, emociones.
Todo ello explica porqué los estados de ánimo se contagian de unos a otros, siendo una muestra más de la conexión interpersonal de los seres humanos.
Por tanto, influimos en nuestros semejantes a través de nuestras emociones, por lo que aquellos a quienes les toca jugar el papel de líderes, han de ser conscientes y asumir la responsabilidad del impacto que tiene su comportamiento en el resto del equipo.
Los estudios realizados nos manifiestan que si el líder se encuentra en un buen estado anímico, el equipo tiene un rendimiento óptimo, reflejándose en una mayor coordinación, creatividad y autoconfianza; ahora bien, si el estado anímico es negativo, el rendimiento se verá afectado y en especial, caerá el entusiasmo, la armonía así como se ralentizará la toma de decisiones.
Durante más de veinte años de carrera profesional, he observado a líderes que en el uso de su poder (más bien abuso por su posición de superioridad), no escuchan, solo quieren que les escuchen y ello genera una relación superficial con su equipo.
Esta relación produce un efecto muy pernicioso para todos, ya que mientras que el líder esté presente, el colaborador asiente a cualquier planteamiento de aquél, sin un atisbo de discrepancia, haciendo que el líder se vaya alejando de la realidad y elevándose a una torre de marfil, en la que no percibirá la verdad y por tanto, el nivel de equivocación en la toma de decisiones crecerá exponencialmente.
Esta actitud del líder potencia un sentimiento negativo de sus colaboradores, que se refleja en un estado interior de rechazo y represión, denominado “retranca”, por el cual el colaborador considera que si verbaliza su pensamiento y no es del agrado de su jefe, le puede acarrear consecuencias muy negativas y el deterioro de la relación esta servido.
Todo esto me recuerda a un relato que leí hace mucho tiempo y que nos puede ilustrar en esta exposición.
-“En un circo ambulante vivía un mono muy curioso, el cual un día decidió dar un paseo por los alrededores. Entró en una casa y se asomó tímidamente a una habitación, pero se asustó muchísimo al ver decenas de monos que le miraban sorprendidos. De repente, el mono empezó a sonreír y todos los monos le devolvieron la sonrisa, comenzó a dar saltos para demostrar su alegría y éstos le correspondieron haciendo lo mismo. El mono regresó a su jaula encantado porque había conocido nuevos amigos muy agradables.
Un compañero del mono siguió el mismo camino y entró en la casa, sin embargo, al asomarse al interior se llevó una desagradable sorpresa ya que cientos de monos le miraban desafiantes. Comenzó a rugir enfurecido y a agitar fuertemente los brazos como mecanismo de defensa pues se vio amenazado, aunque realmente estaba atemorizado, y al observar que todos le respondían al unísono con la misma agresividad, huyó despavorido pensando que aquellos seres eran despreciables. Al salir, miró hacia atrás para asegurarse de cómo era exactamente la casa para no regresar jamás. Entonces se fijó en un cartel que había encima de la puerta en el que estaba escrito: “La casa de los espejos”.-
La actitud que el líder manifieste con sus colaboradores se va a reflejar en la que ellos mantengan con él. Si tiene una actitud optimista, cercana y de escucha activa, los colaboradores responderán de la misma forma. Si, por el contrario, se muestra con frialdad, agresividad o desprecio, la retranca estará servida y la confianza perdida.