Por Tomás Gálvez, Profesor del Máster de Lógistica y Dirección de Operaciones de ENAE Business School
Es irónico pensar que cuando las condiciones económicas y políticas en los países industrializados del mundo son relativamente estables, exista poco o nulo interés en la elaboración de los pronósticos. En contraste cuando esto no es así, como ocurre en este 2015, la necesidad de elaborar pronósticos tiene un enorme interés. La ironía es que cuando el pronóstico es preciso o certero, su demanda es limitada y pocos aplauden sus logros. En cambio cuando el pronóstico es impreciso todo el mundo se queja; la utilidad de éste es muy grande pero su aplicación es menos satisfactoria. Y es que no todo se puede pronosticar. ¿Podemos pronosticar que el 2015 será igual que el 2009 o peor? ¿Estamos entrando en una nueva etapa de recisión?
La mayoría de los que estamos relacionados con las áreas de pronósticos y planeación, sabemos de la necesidad de tomar decisiones. Las decisiones no deben tomarse para el pasado; únicamente se puede tomar para el futuro. Por tanto, siempre que tenemos que tomar una decisión, también se deberá formular un pronóstico explícito o implícito que apoye esa decisión.
El 2009 fue uno de los peores años para la economía mundial. Basta analizar algunos indicadores de los índices de precios de los metales o del petróleo para dar cuenta de ello. El primero estaba en un momento de relativa calma desde 2006 y el segundo venía de uno de los mayores incrementos de precios de su historia. Ambos cayeron estrepitosamente en el 2009. Fue en ese año precisamente cuando la General Motors, el segundo fabricante del mundo, se declaró en bancarrota. El periódico “El País” de España, publicaba en sus primeras planas “La crisis de GM marca el fin de una era en el automóvil”. Hoy la historia es otra. La empresa tuvo su mejor diciembre en siete años, lo que supone un aumento del 19,3% en comparación con las cifras del año anterior.
Pero esas dos variables no son las únicas que originaronla crisis. Fue en ese año cuando Japón se contrajo 5.2% y en los países de la Unión Europea destacó una fuerte recesión que cayó 4.1%. La región asiática tuvo una expansión del 6.6% y América Latina y el Caribe 1.8%. La principal economía del planeta enfrentó la peor caída del PIB en seis décadas, disminuyó la disponibilidad del crédito y se incrementó significativamente el desempleo. Además las crisis son contagiosas, si estas se generan en EUA, se expande rápidamente a la Unión Europea, Asia y América Latina y todo aquel que se ponga enfrente.
Dos preguntas nos pueden ayudar plantar el escenario para el 2015. ¿Se pueden prevenir las crisis y estar mejor preparados para resolver todos los graves problemas que originan? , y ¿Cuál es el estado de las variables que originaron la crisis del 2009 en este 2015?
Se puede intentar estimar lo que pasará en este 2015 si observamos el comportamiento por ejemplo de las siguientes variables: Situación económica y social de los países, cotización del dólar frente al resto de las monedas, el precio del petróleo, la especulación financiera, las nuevas tecnologías, las acciones de los gobiernos actuales y por supuesto las políticas de los bancos centrales. Algunas de estas variables no muestra resultados muy alentadores y que nos indiquen lo contrario a una nueva recesión. El precio de petróleo continúa con franco descenso, China muestra síntomas de una clara desaceleración, EUA amenaza con la normalización de las tasas de interés, y por si fuera poco los bancos centrales siguen con la costumbre de invertir en oro como una cobertura en periodos de crisis e inflación. El oro es su “seguro de vida” que los protege contra cualquier falla del sistema que afecta el mundo económico, ¿y cuál es el suyo ante el mismo escenario? ¿También invertirá en oro? Creo que ya conozco su respuesta sólo observando las elevadas tasas de desempleo.
Desde el 2013 los pronósticos ya habían cambiado y eran menos optimistas que los del 2012. La economía se recuperaba pero desde entonces existía preocupación por la estabilidad financiera a escala global. El impago de algunos países de sus obligaciones financieras con quienes los apoyaron en sus tiempos de crisis ha generado presiones en los mercados internacionales, y como lo dije anteriormente eso se contagia muy rápido. Y qué decir de los riegos políticos actuales que tenemos en algunos países de la UE, Asia y América Latina.
¿Y entonces qué hacer para prevenirlas? Una alternativa para estimar el impacto de esas variables en el presente año es utilizar la técnica de “diseño de experimentos”. Con esta técnica podemos aislar el efecto de algunas variables y probar los modelos clásicos de las teorías económicas para generar pronósticos individuales de las economías de cada país. Pero la internacionalización de las relaciones económicas entre los países, ha generado una gran interdependencia entre los mercados de capitales y de mercancías a nivel mundial que no es tan simple aislar el efecto de esa y otras variables. Ello nos llevaría e ceder ante el intento de la predicción y concluir que realmente no se pueden prevenir las recesiones.
Un economista alemán y Doctor por la Universidad de Chicago Rudiger Dornbusch, dedicó parte de su tiempo en prevenir las crisis particularmente en los países en desarrollo. Sus bases fueron los estudios sobre deuda externa, estabilización y reformas estructurales en América Latina. A partir de esas bases, Dornbusch desarrolló 12 indicadores que se consideran previos a una crisis. Esos indicadores que se han estado observando, no sólo en América Latina, también en Asia y en Europa son: 1) Aumento en el déficit de las finanzas públicas; 2) Presiones de corto plazo en el servicio de la deuda externa; 3) Sobrevaluación del tipo de cambio, 4) Reducción de las reservas internacionales; 5) Aumento de la relación pasivos/activos de las empresas; 6) Problemas corporativos, y 7) Elevación de la cartera vencida de los bancos.
Un dato más, un artículo publicado en Bloomberg Business describió que la firma Jerome Levy Forecasting Center encontró que hay un 65% de probabilidad de que haya una nueva recesión en 2015, y que ésta no solo afectará al EUA, sino al planeta entero.
En realidad no los sabemos, de lo único que estamos seguros es que es necesario pagar impuestos, y parafraseando a Georges Balandier – Profesor emérito de la Soborna “La imprevisibilidad no es necesariamente el signo de un conocimiento falso o imperfecto; es el resultado de la naturaleza de las cosas, es necesario darle su lugar y su cualidad”
¿Qué si estamos mejor preparados? No nos queda de otra, lo tenemos que estar con crisis y sin ella. Aquella internacionalización de los países ha generado un entorno cada vez más global y competitivo. Las empresas y las organizaciones requieren personal más dinámico y con una mayor capacidad de adaptación al cambio. Por ello, la formación continua y los programas de especialización se convertirán en herramientas para desarrollar ventajas competitivas en las personas.