Todas las emociones tienen tienen como función la supervivencia, la autoprotección y permitirnos vivir situaciones difíciles.
A continuación, aprenderás cómo deben entenderse y gestionarse las emociones, y cómo utilizar el mensaje implícito en cada una de ellas para tener una vida más plena, así como afrontar con responsabilidad y liderazgo nuestros propios desafíos en tiempos de crisis o dificultades gracias a lo que conocemos como la inteligencia emocional.
¿Por qué es importante la gestión y control de las emociones? La profesora María Anbaitua Arzanegui, especialista en Transformación Organizacional y Gestión del Talento, nos presenta a través del siguiente webinar cómo debemos gestionar las emociones ante momentos difíciles, pérdidas o momentos de duelo, crisis o cambios repentinos, como los que podemos estar viviendo hoy en día debido al Estado de Alarma en España y la crisis económica que nos espera en 2020.
Gracias a los conocimientos cada vez más extendidos en materia como la Psicología Positiva y el Mindfulness, podemos que nuestros equipos de trabajo y organizaciones sean mucho más productivos, responsables y conscientes de con nuevos desafíos, siendo la gestión de las emociones una más de las 'habilidades blandas' altamente demandadas en CEO's para convertirse en líderes y promotores e impulsores de cambios organizacionales.
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Inteligencia emocional y la gestión de las emociones
La inteligencia emocional es la habilidad de gestionar las emociones que son generadas por la amígdala, la cual se encuentra en nuestro cerebro para realizar la función de permitirnos sobrevivir a lo largo de nuestra vida.
La amígdala dará lugar a lo que conocemos como reacciones neuronales que se traducirán en 6 tipos de emociones:
El amor (la incondicionalidad)
La rabia (sentimos injusticia)
El orgullo (el éxito y la pertenencia)
La alegría (disfruta de la vida)
La tristeza (la pérdida ¿he perdido algo?)
El miedo (existe una amenaza, cuidado)
Las emociones, según como sean interpretadas por el resto del cerebro, darán lugar por un lado a pensamientos y por otro lado a reacciones corporales, tales como movimientos reflejos, movimientos conscientes, sentimientos o pensamientos.
El miedo en muchas ocasiones va de la mano de la tristeza, dado que cuando perdemos algo, así como el control de una situación sobrevenida, o un cambio repentino, crisis o situación injusta, podemos sentir miedo así como una sensación de pérdida que nos hace sentir frágiles.
En ese sentido, el miedo nos protege, pero también puede inmovilizarnos.
Si tenemos la capacidad de tomar el control de la emoción de miedo, seremos capaces de sentir seguridad, auto-compasividad, amor por nosotros mismos y por tanto autoconfianza, de que se trata de una situación negativa, pero que nosotros mismos podemos cambiarla a mejor.
El amor puede ser una emoción tan positiva como negativa, por lo que a través del autoconocimiento y las técnicas de mindfulness podemos conocer la función del amor de una forma transversal y útil para muchas situaciones de nuestra vida.
Puede ser una emoción positiva cuando sentimos amor incondicional por nuestros seres queridos y compañeros de vida, al igual que en el entorno laboral, en forma de compañerismo, lealtad y capacidad de gestionar nuestras emociones conectándose a través del amor bajo una lente de compasión para afrontar situaciones de pérdida guardando buenos recuerdos y una nostalgia sana.
En cambio, el amor puede tornarse en una emoción negativa si se junta con las emociones de la rabia o la tristeza, así como en orgullo negativo, si la persona a la que amamos se convierte en dueña de nuestras emociones, o directamente en una obsesión.
Es por ello que saber gestionar la emoción del amor puede llevarnos al éxito y al liderazgo así como a perder el autocontrol por celos o el miedo a la pérdida.
El amor es la emoción más importante y una verdadera herramienta para cualquier situación de la vida, con la capacidad de cambiar situaciones o relaciones difíciles, dándonos paz y el control como directores de orquesta capaces de entender y sentir nuestras emociones de forma sana.
La rabia es una emoción muy potente, así como temida e infravalorada.
Es por todos sabido que sentir rabia o toparnos con una persona rabiosa puede ser algo negativo. Sin embargo, la rabia nace de la necesidad de protección o autoprotección, así como la lucha por la justicia y el equilibrio.
Si ante una situación de injusticia, nos sentimos con rabia, la mejor manera de gestionarlo es desde el entendimiento de que las personas también sienten emociones, atacan, se defienden… y podemos acordarnos de sentir amor o orgullo, compasividad o autoconfianza, para salir airosos ante situaciones de rabia.
La rabia realmente es más positiva que sensaciones como la tristeza o el miedo, dado que nos ayuda a levantarnos ante situaciones de crisis, y actuar con rapidez.
No olvidemos que los sentimientos y nuestras emociones nos ayudan a sobrevivir, y una de las mejores formas de caminar hacia el éxito, es actuar controlando las situaciones, con conocimiento y consciencia del presente y de nuestros propios objetivos a corto, medio y largo plazo.
El orgullo es una emoción que podemos entender como soberbia positiva. Se trata de una emoción muy potente que nos ayuda a motivarnos cada día, así como a desear pertenecer a grupos sociales o a instituciones, que nos movilizan a seguir trabajando.
Sin orgullo nadie puede autosuperarse, levantarse ante un obstáculo con confianza, y volver a trabajar con creatividad para salir airosos de situaciones de cambio o crisis.
Es la emoción de orgullo la que nos ayuda a empoderarnos ante situaciones de injusticia, luchando por seguir el ritmo junto al equipo, sintiendo los colores de una marca o teniendo presente nuestros objetivos.
Gracias a la emoción de alegría, somos capaces de sentir la vida como algo positivo.
La alegría no es el objetivo, sino sólo uno de los ingredientes de nuestro propio ser consciente. Sin embargo, es una emoción sobrevalorada dado que se ha convertido en el Santo Grial que todos quieren alcanzar.
En cambio, si somos conscientes de que la alegría es lícita como una más de las 6 emociones que habitan entre nosotros.
Si somos capaces de conectar el resto de las emociones que nos genera cualquier situación con la emoción de la alegría, seremos capaces de tener una vida en paz, conscientes y presentes en cada una de las situaciones que nos acompañan.
Gracias a la alegría, podemos conectar mucho mejor con los demás, por lo que es una emoción altamente deseada por todos, y es utilizada para todo tipo de técnicas de venta, persuasión o negociación, dado que tiene la capacidad de unir a las personas.
La tristeza es una emoción que nos ayuda a reflexionar y nos da un tiempo de introversión para entender y procesar lo que conocemos como el duelo ante una pérdida.
Puede ser un sentimiento negativo si nos dejamos arrastrar por ella, pero si en cambio tomamos la decisión de dejarla entrar en nosotros (dado que somos humanos y todos sentimos la pérdida ante cualquier tipo de golpe o crisis) y la aceptamos con paciencia y comprensión, si la albergamos por un tiempo limitado para dejarla que haga su función de permitirnos reflexionar y autoconocernos, acabará dando paso a otras emociones como el orgullo y la rabia (desde un punto de vista positivo) que nos permitirá ponernos en acción.
Para procesar de forma adecuada y gestionar la emoción de tristeza de una forma productiva y útil, tenemos que entender la gestión de la pérdida como algo necesario.
La pérdida deja un hueco en nosotros, pero poco a poco, tenemos que tomar decisiones, hacernos responsables y llenar nuestro hueco de forma consciente con algo que nos haga felices, con algo que nos conecte con la alegría, que nos conecte con la lucha y con la capacidad de seguir viviendo desde la autogestión y la responsabilidad, siendo líderes de nosotros mismos o de nuestro entorno.
A continuación, haremos un breve recorrido sobre algunas de las problemáticas que según los estudios de conflictividad y prevención de riesgos laborales se derivan de una mala gestión de las emociones por parte de las personas que integran los equipos de trabajo.
Los líderes de la transformación organizacional, técnicos de recursos humanos y cualquier responsable de equipos deberá reflexionar y compartir sus conocimientos acerca del papel que juegan nuestras emociones en el trabajo así como adquirir herramientas que nos permitan gestionarlas para nuestro mayor beneficio de la organización.
Cuando se sucede una circunstancia, desafío o estresor externo y es procesado por nuestro cerebro, primeramente a través de la amígdala, ésta funcionará como ‘un cartero’ que traerá un mensaje al resto del cuerpo y al pensamiento para que reaccionemos de forma protectiva o adaptativa a través de las emociones.
En caso de que sintamos una emoción en polo negativo, lo que aparecen son síntomas como el estrés, el miedo, la ansiedad, la rabia o en cambio, el amor o la alegría.
Lo ideal sería que ésa emoción la pudiéramos gestionar siempre de forma positiva, a través de la alegría o del amor o el orgullo. De esta forma seríamos capaces de sentirnos motivamos hacia el liderazgo, el valor, la responsabilidad o el amor a nuestros compañeros, superiores o clientes.
Sin embargo, los seres humanos son imperfectos y es complicado que seamos capaces de gestionar siempre las emociones de forma positiva.
El truco en este caso para apaciguar el estrés o una circunstancia de miedo, de cambios repentinos o una crisis, tenemos que optar por polos positivos para poder gestionar situaciones de riesgo o de cambio de forma positiva, saliendo del paso con éxito, en vez de castigarse a través de la culpa, la frustración, la apatía o lo que conocemos como el síndrome del burnout o el síndrome del impostor, en donde no estamos teniendo el control de la situación y podemos caer en una sensación de indefensión aprendida que nos puede llevar a evasión o depresión.
La impulsividad o las personas ‘muy emocionales’ son aquellas que dejan que sus propias reacciones o emociones arrasen su vida o manejen sus circunstancias.
El truco para ser una persona con autocontrol es precisamente no dar demasiado protagonismo a la amígdala, sino entender e interiorizar qué es lo que sentimos, y cuáles son las emociones que están activándose en nuestro cuerpo y en nuestra mente para poder tomar el control sobre ellas.
Precisamente, la manera de convertirnos en personas con potencial de autocontrol, sin caer en ser demasiado perfeccionistas o demasiado autocontroladores, está en combinar de forma adecuada las emociones de polo negativo y las emociones con polo positivo.
Si nuestros empleados no están trabajando como nosotros queremos, es cuando tenemos que recordar el amor y la compasividad así como el orgullo de sentirnos responsables o que estamos frente a una situación injusta y somos responsables y líderes de la situación y por tanto, tenemos que poner en marcha las herramientas para controlar la situación y cambiarla en base a nuestros objetivos.
Hoy en día, desde técnicos de recursos humanos a líderes y gestores de equipos de alto rendimiento tienen la misión de detectar y gestionar las emociones de las personas que colaboran en la empresa para limar cualquier aspereza que pueda mermar el rendimiento de los empleados o colaboradores.
Para que una persona pueda ser consciente de que está teniendo sentimientos de envidia o para poder detectar la envidia entre nuestros equipos de trabajo es preciso que hagamos algunas preguntas o reflexionemos acerca de:
¿Qué quieres que no tienes?
¿Para qué lo quieres?
¿Qué ganas comparándote?
Si detectamos la envidia entre nuestros equipos, tendremos por delante el desafío de activar protocolos para mejorar la comunicación, fomentar la colaboración y la lealtad entre los equipos creando políticas que ayuden a las personas a ser mucho más productivas así como a evitar problemáticas que derivan en situaciones de mobbing, bajas laborales por depresión, indefensión aprendida o síndromes como el burnout.
Además, para extrapolarlo de forma más general para conseguir que las personas sean conscientes de sus propias emociones, es interesante plantear preguntas útiles para saber entender nuestras emociones:
¿De qué quiero disfrutar? La fuente de la alegría
¿Qué me falta? La fuente de la tristeza
¿Qué ha sido injusto y me ha hecho sentir así? La fuente del sentimiento de rabia
¿Dónde está la amenaza que me deja atenazado?
¿Quién quiero ser y a quien quiero pertenecer?
¿Estoy dispuesto a aceptar a ésa persona de manera incondicional?
Para aliviar y mejorar situaciones de baja productividad o conflictividad laboral en ambientes en donde las personas tienden a victimizarse podemos confrontar a estas personas con la realidad de forma positiva, para hacerlas más conscientes y para que se cuestionen qué pueden hacer para mejorar su situación.
Si conseguimos liderar políticas o planes de acción para aminorar las reacciones de victimismo a través de la persuasión, el acompañamiento, la empatía y la motivación, podemos hacer que las personas gestionen de forma mucho más adecuada sus propias emociones y hacer que nuestros equipos sean más productivos, evitando problemáticas como el estrés laboral, la indefensión aprendida, síntomas de depresión o ansiedad, así como la fuga de talento o deslealtad.