Más que un sistema o una herramienta de trabajo, estructurar un sistema de innovación empresarial desde el punto de vista de la Innovación Abierta, se debe considerar una labor de concienciación, mentalización o reeducación de cara a iniciar un proceso de adaptación y asimilación de conceptos y herramientas.
La IA no es algo que se instale, se utilice y al dia siguiente de la toma de decisión ya está puesto en marcha y en proceso de aprendizaje. Va mucho más allá. Se trata de un cambio de filosofía, una nueva forma de trabajar, una nueva forma de entender el ecosistema de la innovación y de aquellos elementos que forman parte de ella. Es algo que sale más de dentro y se disemina hacía todos los rincones de la estructura empresarial que algo que viene de fuera a ser implantado y ser asimilado sin más.
No voy a entrar en definiciones, ni a ponerle nombre y apellidos a todo lo que supone formar parte o ser parte de esta forma de entender la innovación, la idea es aportar un análisis desde el punto de vista de la observación, la propia experiencia y el análisis del como afecta, tanto positiva como negativamente, a una estructura empresarial el entrar a formar parte de este, ya no tan nuevo, sistema de trabajo basado en la innovación.
A menudo, nos encontramos con muchas empresas que se definen como innovadoras, ya sea a nivel de sus servicios o a nivel de sus productos, líderes en su sector, ya sea en volumen de producción o en facturación, pero que realmente, cuando se pasa a analizar su forma de entender la innovación en el seno de la empresa, uno se da cuenta de que funciona con una mezcla entre suerte, improvisación, gran esfuerzo, grandes inversiones y autolimitaciones.
No veo nada malo en ello, sin embargo, si sería interesante ser consciente y analizar donde se encuentra uno respecto a su nivel de innovación, no solo mirándose el ombligo, sino llevando a cabo una visión de 360º para tomar conciencia de donde nos encontramos respecto a nuestro entorno, competencia y potenciales aliados. En el momento que se hace este análisis y por experiencia propia, en la mayoría de casos el resultado suele ser una cura de humildad que puede conducirnos por dos caminos totalmente opuestos, uno el de la soberbia y otro el de la capacidad de aprendizaje y apertura a lo nuevo y diferente.
Precisamente de esto último se trata la IA, dejar la soberbia y el yo, me, mi, conmigo y pasar a una actitud de apertura total para ser permeables, tanto a recibir conocimientos, ideas, sugerencias y para lograr que desde nuestra organización salgan ideas, conceptos, resultados y de todo ello, enriquecerse y no nos olvidemos, por supuesto, ser más rentables y generar mayor crecimiento para nuestra organización. Esta sería una definición muy de andar por casa de la IA, pasar de estar cerrado al mundo que nos rodea y más aún, dejar de bloquear a la generación de ideas, productos y servicios desde cualquier parte de nuestra organización, a pasar a ceder toda esta generación de resultados al resto de ecosistema, compartir, divulgar y hacer partícipes a todo tipo de organizaciones y profesionales.
En definitiva, convertir nuestra estructura en un sistema totalmente abierto a todo proceso relacionado con la innovación, nos conduce a generar resultados con mayor agilidad, rentabilidad, éxito en los resultados y sobre todo, contar con múltiples puntos de vista que no hacen más que enriquecer nuestro valor y nuestro nivel como empresa innovadora.
El problema, en ocasiones, viene a través de la generación de grandes expectativas, intención de obtener resultados de forma rápida y tener el concepto de que otros se van a “aprovechar” de nuestro trabajo, esfuerzo e inversiones. Ser innovador o pretender serlo, es asumir que uno está practicando un deporte de alto riesgo, con ninguna garantía de éxito y sujeta a múltiples variables que ponen en duda la obtención de rentabilidad frente a las inversiones realizadas. Esto puede frenar a un gran número de empresarios o profesionales, pero es algo que se debe asumir desde el minuto 0.
Sin embargo, pasar del modelo tradicional de innovación, cerrado, interno, basado en conocimiento y recursos internos y limitado a una zona de confort estable y conocida, a un modelo totalmente abierto, donde el fundamento se basa en compartir, saber reconocer las ideas externas como, al menos, dignas de ser tomadas en cuenta y evaluadas, ser conscientes de que el conocimiento que rota a nuestro alrededor es superior, siempre y a todos los niveles, del conocimiento que pueda generar los individuos, ya sea de forma individual o colectiva, genera el resultado de subir un nivel superior donde nos convertimos en parte de la innovación y no solo en meros espectadores u observadores, esperando que los resultados lleguen sin más, simplemente por tener un departamento de I+D y poner a su disposición cierta cantidad de presupuesto.
Es una lástima seguir conociendo responsables de I+D+i cuyo principal temor es que venga alguien de fuera a enseñarles como podrían hacer las cosas mejor y que eso genere la desconfianza de su superior y con ello perder su puesto de trabajo. Desde mi punto de vista, un verdadero responsable o director de I+D+i debe ser el que sabe reconocer el conocimiento, sea donde sea y es capaz de atraerlo a su organización de una forma ágil, rentable y constructiva. En definitiva, no es esto lo que quiere un presidente, CEO, director general o cualquier de las figuras habidas y por haber?
No se trata de invertir mucho dinero en I+D+i con un alto grado de incertidumbre acerca de los resultados y con una gran carga de trabajo por parte de los miembros de ese departamento, se trata de saber observar y decidir como repartimos esa inversión entre aquellos elementos que van a incrementar nuestro valor y nos van a permitir obtener resultados de forma más ágil, rápida y rentable.
Es más, cada vez estoy más convencido de que no se trata de tener un numeroso equipo de I+D+i, se trata de rodearse de un numeroso equipo de profesionales y/o empresas que hagan que el mundo sea nuestro departamento de I+D+i y no que nuestro departamento sea el mejor del mundo, que por mucha fe que le tengamos, olvidémoslo, nunca lo va a ser. Y si en algún momento lo creemos, desgraciadamente lo estamos valorando desde la ignorancia y el egocentrismo.
En definitiva, existen numerosos casos donde la máxima de compartir con nuestro entorno la generación de resultados y conocimientos, es altamente positiva y rentable y si a eso le sumamos estar receptivos a todo lo que nuestro entorno nos pueda aportar, haremos que nuestra organización crezca en base a una cultura de la innovación abierta que, sin duda, solo nos puede llevar por el camino correcto.