La crisis económica derivada de la crisis sanitaria por la pandemia ha puesto en valor el sector primario nacional: su fortaleza, su capacidad de resiliencia e incluso su crecimiento. Mientras el comercio y la hostelería, actividades profesionales, industria y construcción o comercio veían cómo se peso menguaba en la economía nacional, el sector agrario y ganadero crecía el año pasado un 5,3%, en tanto el conjunto del PIB español descendía un 10,8%.
Así pues, la agricultura, el sector primario en general, se ha convertido en estratégico y así lo ha demostrado.
A pesar de los buenos datos de la agricultura, la industria agroalimentaria en su conjunto, que incluye la transformación de alimentos y bebidas, ha presentado números negativos con un descenso del 2,2% a causa de la práctica desaparición de la restauración durante un año.
Este jueves día 9 de septiembre, Día Internacional de la Agricultura, es justo rendir homenaje a quienes dedican su vida al cultivo de la tierra para dar alimento como primera necesidad de una sociedad que va en aumento cada año.
Podría hablarse de cómo en el Neolítico, hace 10.000 años, el hombre se asienta en un territorio y cambia su vida nómada y cazadora por otra asentada y agrícola. Lo cierto es que fue el inicio de una actividad bien llamada primaria que nutre la principal necesidad del ser vivo.
En un mundo cambiante, la sociedad optó por actividades que hoy denominaríamos de mayor valor añadido. ¡Cuán error! Y ello se ha demostrado con creces en el último año cuando los peores augurios mostraban a la humanidad sometida completamente por un virus del qué poco se conocía.
Teorías aparte, lo cierto es que la agricultura se ha mostrado como un elemento esencial, además de sólido. No es ya aquella agricultura de supervivencia ni la intensiva posterior por mor de los avances tecnológicos; sino aquella sostenible que mantiene un equilibrio entre la necesaria producción para abastecer los mercados y el espacio físico sobre el que se asienta.
En cuanto a números, el sector primario produjo en 2020 por encima de los 35.190 millones de euros, una cifra nunca alcanzada desde que se mantienen registros. Y una senda también positiva fue la que mantuvo el empleo. El sector cerró el año con 1,1 millones de afiliados a la Seguridad Social, un 0,6% más que un año antes. El conjunto de la industria agroalimentaria emplea por encima de los 2,3 millones de trabajadores; lo que representa el 12% de la población activa.
Un problema que tradicionalmente afecta a esta actividad es el envejecimiento de su población activa. No obstante, su repercusión es menor en España que en el resto de países de la UE. Así, mientras en este país el 34% de los trabajadores vinculados al campo tiene más de 50 años, en toda la Unión Europea este porcentaje se aproxima al 40%.
Por el contrario, la feminización del trabajo es menor en España (28%) que en la UE (37%), por lo que desde las administraciones públicas se vienen desarrollando campañas para incorporar a la mujer en el trabajo agrario al frente de explotaciones, al igual que ocurre con los jóvenes en el medio rural.
Los peores momentos de la pandemia, vividos durante el primer estado de alarma y el confinamiento, volvieron a recuperar el valor de la agricultura para la memoria colectiva. Al margen de guarismos económicos, el abastecimiento de los mercados cuando prácticamente todas las actividades se redujeron a cero reveló la importancia del sector. Y sus trabajadores se manifestaron como profesionales más que esenciales en un país dentro de un contexto europeo que se veía enclaustrado por una crisis sanitaria.
Este hecho no solo tuvo importancia en España, sino que la profesionalidad y la capacidad de producción de los agricultores y la cadena logística permitió aumentar las exportaciones por encima del 2% para suministrar de alimentos a otras partes del mundo.
Las ventas al exterior de la agricultura española alcanzaron un volumen histórico cercano a los 55.000 millones de euros. O, lo que es lo mismo, uno de cada cinco euros de las exportaciones españolas el pasado año procedía del sector agrícola, una cifra récord.
En cuanto a la productividad de la agricultura española, ésta es cerca de un 40% superior a la media de la Unión Europea, lo que unido a que sus costes labores por unidad de producto es inferior en un 30% a los países del entorno, la competitividad es muy superior a la agricultura de los vecinos europeos y por encima también de otros sectores económicos.
Por subsectores, el sector primario español es líder europeo en la producción de carne de porcino, aceite de oliva, naranjas, limones y mandarinas. Además, representa el 20% de la producción total de vegetales frescos en la UE, situando a España como el segundo país con mayor tasa de cultivo de estos alimentos, por detrás de Italia.
Además de la continua formación de los agricultores españoles, la inversión empresarial no ha dejado de crecer tanto en maquinaria como en investigación y desarrollo, un aspecto clave en el posicionamiento de España como líder agrícola, superada por muy pocos países extracomunitarios.
Gran parte de los esfuerzos en I+D se centran en la reducción del uso de recursos hídricos y productos fitosanitarios e, incluso, en la conversión de cultivos tradicionales en ecológicos. Tanto, que el 10% de las tierras cultivadas en España ya son cultivos orgánicos, superando las 2,4 millones de hectáreas.
Y un fenómeno similar se produce en carne de ganado.
Respecto a los residuos, apenas el 0,5% se consideran peligrosos.
El gran reto de la agricultura lo plantea la falta de recursos hídricos. Con una pluviometría inferior a otros países europeos, el campo español precisa por encima de los 15.000 hectómetros cúbicos anuales para riego.
Esta cantidad viene manteniéndose constante en los últimos años debido principalmente a la apuesta por el riego por goteo, que ya representa por encima del 40%, en tanto se reduce el regadío por gravedad (a manta), en torno al 30% y el resto por aspersión.
El Sureste español es ejemplo mundial en la reconversión de sistemas de riego, tanto por las inversiones realizadas como por el tipo de cultivo.
Cereales, leguminosas, cultivos forrajeros, arroz y maíz son los cultivos que más agua precisan; en tanto que frutales y hortalizas, más propios de esta zona del Mediterráneo han reducido al máximo el consumo de agua y optimizado el uso de recursos hídricos mediante el riego por goteo que permite mayores rendimientos, al tiempo que ahorra agua, fertilizantes y energía.
Al mismo tiempo ha demostrado cómo el agua desalada es un complemento ante la carestía de otros recursos, y lo mismo ocurre con el agua recuperada, que se está convirtiendo en fundamental en el ciclo del agua y es un modelo de economía circular.
En este sentido, la Región de Murcia es pionera en la gestión integrada de los diferentes recursos hídricos, incluyendo las aguas recuperadas y desaladas.
La Escuela Internacional de Gestión Sostenible de Recursos Naturales (ENIESS) creada por la Fundación Universidad Empresa de la Región de Murcia y ENAE Business School tiene la misión de formar a directivos y profesionales para convertirlos en gestores responsables con el medio ambiente, combinando la sostenibilidad y la eficiencia. Su objetivo es ser un referente en la gestión sostenible de recursos y difundir las prácticas responsables.
Para el cumplimiento de sus objetivos, ENIESS ha programado tres cursos gratuitos sobre ‘Oportunidades y desafíos en el uso del agua recuperada en la agricultura’, La ‘Economía circular y gobernanza del agua: el nuevo paradigma de gestión de recursos’, y ‘Tecnología y costos de desalación del agua por ósmosis inversa para usos agrícolas y urbanos. Aspectos’.
Además de estos cursos de carácter gratuito, ENAE Business School ha programa para el mes de octubre el inicio de su Máster Universitario de Dirección de Agronegocios, que aporta una visión y proyección internacional sobre la agricultura e industria agroalimentaria para optimizar el crecimiento empresarial en un entorno competitivo.
Como se ha indicado anteriormente, el sector agroalimentario es un foco estratégico tanto para la economía nacional como la internacional, en el cual ENAE cuenta con un especial conocimiento dada su proximidad a un sector líder en la Región de Murcia.