por Enrique Egea, Director Executive MBA, Director General de ENAE Business School y Director Gerente Fundación Universidad Empresa de la Región de Murcia
Las grandes cuestiones de carácter económico casi no aparecen en las campañas electorales del Parlamento Europeo, a no ser como frases sueltas en alguna de ellas. El euro se encuentra ante una compleja situación y los acuciantes problemas que plantea se van resolviendo lentamente. Puede observarse que el proceso de integración de la Unión Europea y su ampliación se han caracterizado por avances importantes al tiempo que por largas paradas. Los progresos que se hacen en la integración suponen que los países van cediendo soberanía que trasladan a la Unión Europea, así es y así habrá de ser. Si no se tiene claro que la integración de la Unión Europea necesita la pérdida de soberanía nacional no se progresara en ella. ¿Pero qué queremos, apoyarnos e integrarnos para salvarnos o dejarnos caer poco a poco?
Una de las cuestiones que más se comenta sobre la Unión Europea es la solidaridad que solicitan los países del sur a los del norte con motivo de la reciente crisis económica y financiera. Solidaridad que han de mostrar los países del norte referida, especialmente, al elevado endeudamiento adquirido por los del sur que dificulta su desarrollo económico y que amenaza sus posibilidades de un crecimiento económico estable y sostenido. Solidaridad que significa, entre otras cuestiones, que los países del norte se hagan cargo y alivien sus deudas y que lleven a cabo un aumento del gasto público dirigido a bienes y servicios que les serán exportados por los países del sur. Si esto sucede así se generará un aumento de la demanda interna y externa que pueda incrementar su consumo e inversión. Ciertamente esta idea tan buena para los países del sur, no parece ser tan sugestiva a los países del norte. Éstos piensan que sus formas de actuar, que conducen a niveles importantes de ahorro privado, una política presupuestaria en algunos con mayores ingresos impositivos que gastos y una productividad de su economía que conduce a sus balanzas por cuenta corriente al superávit, no es tan aconsejable cambiar como les piden los países del sur. Porque según ellos éstos son lo que organizan las fiestas, sus habitantes gastan más que ahorran, tienen déficit público por lo que sus ingresos impositivos son menores que sus gastos públicos, su productividad es baja y tienen déficit en su balanza por cuenta corriente. Eso sí, estos excesos de gastos los financian, en una gran parte, con dinero de los países del norte.
Los del norte dicen dame un ejemplo de que tienes interés en corregirte. Empieza ajustando tus gastos públicos a lo que recaudas, haz reformas estructurales para mejorar el funcionamiento de diversos mercados y hacerlos mas flexibles y eficientes e incrementa la productividad porque vives en un mundo global. Si ustedes hacen estas cosas y observamos que no solamente han mostrado su contrición, sino que además tienen propósitos de enmienda, nosotros les ayudaremos. Y en este tira y afloja estamos. El problema es que los países del sur acusan a los del norte de que no actúan solidariamente y que defienden sus intereses. Y yo pienso: es lógico que ellos defiendan sus intereses y nosotros los nuestros. Ahora bien, si los del norte están en mejor situación que nosotros los del sur, alguna razón pueden tener y, por lo tanto, hay que entenderse con ellos mediante la oportuna negociación en que todos tenemos que ceder y todos tenemos que ganar.
No se comenta los pasos que se han dado en la Unión Bancaria, en primer lugar, con la creación del MUS (Mecanismo Único de Supervisión) de las entidades bancarias europeas a realizar por el Banco Central Europeo. Supone un paso en el proceso de integración porque los bancos adquieren una entidad europea y no dependen de los bancos centrales de los respectivos países, en el caso de España del Banco de España. En segundo lugar, se ha llegado a la creación del MUR (Mecanismo Único de Resolución). Con este mecanismo las normas y procesos para intervenir un banco se homogeneizarán en la Unión Europea. Es cierto que la dotación financiera otorgada se considera muy baja y que llevará un tiempo conseguir su operatividad. Ha quedado en suspenso la creación del fondo de depósitos común.
Tampoco se habla de los importantes avances que quedan por realizarse en la unión fiscal y en la gobernanza europea. En la unión fiscal han sido pocos los que se han producido, primero, porque afectan de forma inmediata a la soberanía y, segundo, porque afectan al campo que utilizan los gobiernos para llevar a cabo sus políticas de impuestos y gasto público y decirles a los votantes lo buenos que son. Sigue vigente, y ahora se ha establecido un control más estricto, que el déficit público no puede sobrepasar del 3% del PIB y la deuda pública tampoco puede sobrepasar el 60% del PIB. Se ha incorporado la obligación legal, que en ocasiones se incumple, de que el déficit público estructural no puede sobrepasar el 0,5% del PIB. La mayor vigilancia y control sobre la situación económica y fiscal de los países integrantes se realiza mediante el denominado semestre europeo, por el cual los países deben enviar a la comisión sus previsiones sobre el cuadro macroeconómico y la Comisión poder pronunciarse sobre el mismo.