por Enrique Egea, Director Executive MBA, Director General de ENAE Business School y Director Gerente Fundación Universidad Empresa de la Región de Murcia
Creo que la sociedad avanza como siempre y llevamos ya un tiempo entrando en interrelaciones económicas entre países y regiones que son más intensas que las que hemos pasado en el siglo XX y que como es natural irán a mucho más. Es lo que algunos o muchos denominan la globalización de la economía. Sin embargo, hay personas que manifiestan que es necesario cambiar el modelo productivo pero no quieren hacer reformas para que el nuevo modelo entronque en un mundo económico global. No se debe pensar localmente, y escasamente nacionalmente cara al futuro.
En los momentos actuales, cuando se hacen previsiones sobre la posible evolución de la economía de un país se hace referencia a cuál puede ser el entorno económico, unas veces más cercano al país y otras más lejano, puesto que cada día que pasa es más patente la interdependencia entre regiones y por lo tanto su posible influencia. Por ejemplo, si tratamos de España es lógico comentar cuál puede ser la evolución económica mundial, la de EEUU, Japón, China, países emergentes y, como no, la Unión Europea. En ésta estamos integrados con una Comisión que hace de gobierno y un Parlamento que aprueba directivas que hemos de seguir. Como se conoce, más del 65 % de nuestro comercio exterior se dirige a sus países integrantes. Además, respecto a la zona euro, tenemos una moneda común que es el euro y damos pasos para una mayor integración bancaria y fiscal y económica. En este último sentido vamos hacia una gobernanza europea. Tanto en Asia, como en Latinoamérica y África se hacen integraciones regionales para dotar a los países que la componen de mayores ayudas mutuas y de un mayor intra-comercio que impulse una mayor especialización que conduzca a una mayor productividad y posterior competitividad.
Cualquier país europeo de forma independiente, incluso Alemania, perdería una gran capacidad negociadora sino estuviera el respaldo de la Unión Europea, no digamos España, ¿cuál sería nuestro poder negociador frente a nuestro vecino Marruecos?. Hay bastantes hechos que ponen de manifiesto la globalización de la economía y aquí se va a hacer referencia a algunos de ellos que, aunque notorios, hay personas que parece no los quieren conocer. Uno de ello es que hay muchas empresas que denominamos españolas, entre las que se encuentran las que sobresalen en le IBEX (índice de la cotización en bolsa de las acciones de grandes empresas), como Telefónica, Grupo Santander, BBVA, ACS y otras muchas en las que la cifra de negocio que realizan en España esta por debajo del 20% y otras muchas por debajo del 50% y las seguimos denominando españolas. Es fácil reconocer que la actividad económica que desarrollan estas empresas en diversos países extranjeros es muy superior a la que realizan en España. Por lo tanto, vemos que hay empresas españolas que operan en diversos países y a nivel mundial existen miles de empresas de estas características. También es conocido que hay multitud de empresas extranjeras situadas en España con su propia denominación y que en muchas empresas con denominación española el capital está controlado por empresas extranjeras. El modelo de negocios de muchas empresas se ha convertido en flexible, diverso y complejo.
La producción también se ha internacionalizado, porque los diversos componentes de productos como un coche, un avión, un ordenador o un teléfono móvil se producen en diversos países y luego se ensamblan. Por ejemplo, en España se producen muchos coches de muy distintas marcas y algunos de sus componentes no se producen en España, aunque el coche se ensambla en España, da trabajo a operarios españoles e impulsa una industria auxiliar que provee de componentes a esta industria. La tecnología que incorpora, el diseño, la carrocería, diversos componentes del motor, la política de marketing, la logística etc., se produce en diversos países. La interrelación entre la economía de unos y otros países es cada día más evidente. Todos los productos con alta tecnología demandarán personas con elevada formación y los productos más elementales pasarán a producirse en países con mano de obra más barata y menos cualificada.
El principal significado que tiene esta globalización a medio y largo plazo es que debemos prestar mucha más atención a nuestra educación, desde la preescolar hasta finalizar la universitaria. Cada día se habla de que las empresas buscan más personas con talento o con buena formación y con idiomas, al menos el inglés. Si España pretende estar entre los países desarrollados necesitará muchas más personas con una buena formación y que además conozcan la cultura de otros países habiendo residido en los mismos. En mi opinión las becas Erasmus deberían ser mucho más numerosas de forma que todos los alumnos hayan tenido la posibilidad de hacer un curso de su titulación universitaria en un país extranjero y exigiría a los alumnos que desean alcanzar el grado el certificado “first” en inglés, cuando no el “advanced”, para obtenerlo.
Estamos en un mundo global que evoluciona continuamente y los niveles de renta, empleo y bienestar están interconectados y son acordes con la evolución política, económica y social que los países tienen, especialmente dentro de la Unión Europea y en mayor medida en la zona euro. Creo que oponerse a esta tendencia será bastante inútil y procurar progresar dentro de la misma bastante provechoso.