Los Salarios. ¿Indiciación al IPC o según productividad?

Por Enrique Egea, director de ENAE Business School.

Una cuestión, sometida a debate desde hace años, es la de si las revisiones salariales establecidas en la negociación colectiva han de estar relacionadas con la inflación de la economía o con la productividad obtenida por las empresas.

La reciente visita de la Sra. Merkel a España, ha abierto de forma clara y expresa este debate y cual es la posición que ella mantiene, y es la que defiende que las revisiones saláriales deben de tener en cuenta la productividad.

En España, aunque se hace referencia en la negociación colectiva a la conveniencia de tener en cuenta la productividad de los trabajadores, las alzas en los salarios han estado vinculadas al IPC, estableciéndose cláusulas de salvaguarda para la revisión del alza salarial acordada en convenio, por si al final del ejercicio la subida del IPC resultaba ser más elevada que el aumento salarial pactado al principio.

Lo que ha sucedido con estas cláusulas de revisión, es que se han tenido en cuenta cuando la inflación ha sido más elevada de lo esperado y se ha situado por encima de los salarios pactados, por lo que se ha procedido a su aumento y equiparación con la inflación producida, sin embargo, no ha sucedido lo contrario cuando los salarios se han situado por encima de la inflación y, en este caso, no se ha procedido a una reducción salarial para compasar la subida de los mismos a la inflación.

Por otra parte los convenios colectivos por sectores de carácter nacional o provincial obligaban a las empresas pertenecientes al mismo a cumplirlos, por lo que las distintas empresas del sector aplicaban el mismo nivel de alza salarial.

La razón que ha justificado mantener las alzas salariales pegadas a la inflación ha sido la de que los trabajadores no podían perder capacidad adquisitiva, siendo muchas las personas que comparten esta consideración. El argumento es de carácter social y voluntarista y no responde al funcionamiento lógico de las empresas en un mercado competitivo, ni al de la asignación eficiente de los recursos, ni al de los requerimientos de la productividad y competitividad.

No hay que olvidar, que con la globalización y la internacionalización los mercados son cada vez más competitivos, lo que significa que cuando se compran muchos productos en España, éstos pueden haber sido producidos en países muy diversos y llegar aquí a través del comercio internacional.

La principal razón para su venta es teniendo la misma o semejante calidad ser ofrecidos a un precio más bajo. A este argumento del mantenimiento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores que estén empleados en cualquier empresa situada en cualquier sector, se puede enfrentar otro de lógica económica (que no social) y es el de que si usted no es capaz de producir mayor cantidad de producto de un año a otro, si usted no es más productivo, por qué razón económica le corresponde un salario mayor. Existen muchas empresas, grandes, medianas y pequeñas situadas en muy diversos sectores productivos y a todas no les va igual.

Unas tienen buenos resultados económicos, otras se defienden o aguantan la situación y otras pierden o presentan pérdidas. La evolución de las empresas está muy condicionada por la productividad, puesto que cuanto más aumente ésta, serán más competitivas y podrán vender mayor cantidad de producto, podrán mejorar los márgenes comerciales y obtener mejores resultados, y si esto sucede, aumentarán la producción y el empleo.

Las que no van bien no podrán elevar los salarios de forma que los equiparen a la inflación, si quieren ser competitivas y permanecer en el mercado, de lo contrario, con el paso del tiempo, por la pérdida de competitividad, dichas empresas se verán empujadas a cerrar y  despedirán a las personas empleadas.

Este argumento de pegar salarios a la inflación ha creado problemas de competitividad en muchas empresas, que con el paso de los años se han visto abocadas a abandonar la actividad productiva. Es conocido, que la actividad económica dirige una mayor demanda de productos o servicios hacia unos sectores que a otros, en razón de los cambios en ésta inducidos por el mercado, por lo que unas empresas encuentran oportunidades de ventas en mayor medida que otras.

Una economía dinámica está reestructurándose de forma continuada y la asignación eficiente de recursos supone que el capital y los trabajadores están moviéndose hacia los sectores y empresas que presentan mejor futuro y de esta forma las rentas serán más altas para las empresas y para los trabajadores. La economía ante la competencia internacional en la producción de bienes y servicios no está siempre en el mismo lugar y las empresas tampoco.

En España, los aumentos de productividad han sido bajos en comparación con otros países de nuestro entorno y los salarios como han estado pegados a la inflación han hecho subir los costes laborales unitarios por encima de lo ocurrido en otros países, lo que ha conducido a muchas empresas a una importante pérdida de competitividad.

Esta pérdida de competitividad se ve afirmada o contrastada por el desequilibrio que muestra la balanza comercial, en la que se produce un tradicional desequilibrio entre el menor valor de los bienes exportados que el de los importados, diferencia en estos últimos años elevada.

Por otra parte el que los salarios estén pegados a la inflación producen una “autoalimentación” de la inflación, (aumento de la inflación en una “segunda ronda”) y ésta es una de las razones que sustenta el que España haya tenido una inflación más alta que la media de la unión Europea (27 países) durante el período 2000-2008, lo que ha perjudicado, también, la competitividad de nuestras empresas. El desarrollo económico de los países descansa en la evolución de sus empresas, que habrán de ser cada día más productivas, los que les conducirá a ser más competitivas. Este hecho será el que principalmente de lugar a los aumentos de renta per cápita y a los aumentos de bienestar.

Todo lo dicho hasta ahora, nos conduce a la siguiente conclusión. Una de las reformas sustanciales del mercado de trabajo es que el nivel de negociación colectiva descienda a nivel de empresa y que las alzas salariales estén condicionadas por la productividad y no pegadas a la inflación.

De ser así, el funcionamiento del mercado de trabajo, junto a otras reformas, será un factor importante para el aumento de la competitividad de las empresas, el incremento de sus actividades, la generación de empleo y el crecimiento de la economía.