por Gloria Montes Gaytón. Profesora y Directora del Máster en Dirección Económico Financiera de ENAE Business School
Las etapas turbulentas en las empresas siempre muestran alguna faceta positiva; sirven al menos para diferenciar entre buenos y malos negocios, y entre buenos y malos gestores.
Séneca decía hace dos mil años que “en los mismos mares y tempestades unos naufragan y otros navegan sobre aguas; además, no mueren todos los que naufragan; aunque maltrechos, muchos sobreviven a la tempestad, aprenden y se fortalecen”.
Esta crisis se ha llevado por delante a miles y miles las empresas, ha representado el descalabro mayor en toda la historia, desde que se tienen estadísticas. Los resultados están ahí, pero ¿Quiénes son las causas? Las principales causas de fracaso de las pymes son internas, no externas. Los factores externos contribuyen a ampliar las consecuencias negativas de los errores directivos que se cometen, pero no son el problema de fondo.
En la gestión de las pymes hay tareas absolutamente imprescindibles a las que, en la práctica, no se concede la suficiente atención. El conjunto de estas funciones se han recogido en un compendio de “SIETE MEDIDAS ECONÓMICAS PARA GANAR LA BATALLA A LA CRISIS”.
Las empresas, organismos vivos, están inmersas en una permanente dinámica y, en consecuencia, algún cambio puede alterar las constantes vitales, poniendo en riesgo su salud. Sólo con un riguroso diagnóstico de las causas pueden combatirse los problemas.
Las medidas de mejora han de ser anticipativas: con tiempo para reaccionar; preventivas: antes de que se manifiesten los efectos y concretas: orientadas a combatir los problemas, no se puede apuntar a todo lo que se mueve.
Las ventas han de estar en equilibrio con sus costes, cuando se rompe esa sintonía empiezan los problemas. Las cargas han de tratarse para que mantengan la armonía con los ingresos que propician.
Las ventas son un medio, nunca pueden convertirse en un fin; cuando todo el empeño se centra en vender, los riesgos pueden ser mayores que los beneficios.
No toda la oferta de productos o servicios puede ser rentable. De la Regla de Pareto se desprende que “el 80% de los beneficios derivan sólo del 20% de las líneas”. Analizar el interés económico de la oferta de productos y servicios se hace absolutamente imprescindible para gestionar la eficiencia.
La morosidad está representando una de las mayores gangrenas que tienen las empresas en la coyuntura actual. El tratamiento preventivo de la morosidad evita las tensiones financieras y mejora el resultado económico.
Más allá de los sesudos debates sobre la salida a esta crisis, el problema de las pymes es de insuficiencia de oferta y esto solo se corrige con la innovación, ya que así seremos más competitivos.
PORQUE… mantenerse firmes y remar con mejor ritmo que la competencia, acaba forjando carácter y haciendo auténticos navegantes.