Desde hace al menos una década, aprender chino es el nuevo “aprender inglés” como requisito sine qua non para el éxito en el comercio exterior: el chino mandarín es la llave para acceder tanto al inmenso y dinámico mercado de China, como a un porcentaje significativo de la actividad económica del sureste asiático, sin olvidar el creciente número de nuevos clientes chinos en el exterior repartidos entre turistas, estudiantes, empresas y comunidades de residentes chinos en todo el mundo.
Una vez dicho esto, a pesar del papel de China en la economía mundial, muchos opinan que es muy improbable que el chino alcance la popularidad y difusión del inglés como lingua franca del comercio exterior y los negocios; esto se debe a que para muchos aprender chino es una tarea dura, que requiere una gran inversión de tiempo y esfuerzo para alcanzar cierto nivel, y a la falta de ocasiones para practicar con regularidad; compárese, por ejemplo, con la hegemonía del inglés en la cultura popular, una de las vías más accesibles y eficaces para aprender y mantener un idioma.
En la mayoría de los casos, todos estos factores dificultan obtener fluidez y un verdadero dominio del idioma. No obstante, para quienes asumen el reto de aprender chino, los principales beneficios materiales incluyen:
Para quienes estén interesados en el aprendizaje del chino aplicado al comercio exterior, vale la pena señalar la importancia de las lenguas regionales en la sociedad china. Con la imposición del uso del chino mandarín estándar, el gobierno realizó grandes esfuerzos para desincentivar el uso de los dialectos locales en espacios públicos, a fin de facilitar la comunicación interna y crear una identidad nacional, con resultados más o menos desiguales; por ello, es preciso tener presente el papel cultural y económico del wu y el cantonés, los dos dialectos mayoritarios después del mandarín, hablados en las regiones del país más pobladas y prósperas, y muy arraigados como parte de la identidad cultural, un factor que no conviene ignorar.
El chino wu, un grupo de dialectos relacionados que conforman la rama del idioma chino más extendida después del mandarín, abarca principalmente la municipalidad de Shanghai (el dialecto shanghainés es una de las variantes del wu más utilizadas) y las provincias costeras de Zhejiang y Jiangsu. Aunque carecen de forma escrita (se hablan de manera informal en el entorno cotidiano), los dialectos wu en su conjunto cuentan con alrededor de unos 80 millones de hablantes.
El cantonés, la variante más hablada de la rama del chino yue de las provincias de Guangdong y Guangxi, es el tercer dialecto de China con más hablantes (alrededor de 55 millones), localizados principalmente en Guangzhou, Hong Kong y Macao, así como en diversas comunidades chinas afincadas en el sureste asiático, Europa y Norteamérica.
Al igual que el wu, el cantonés es la lengua china de uso común en una de las regiones del país más dinámicas y con mayor peso en la economía y comercio internacional; por otro lado, el cantonés es el idioma utilizado por el gobierno de las RAEs de Hong Kong y Macao, en educación, negocios y en los medios regionales.
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