Las empresas necesitan personas creativas e ilusionadas para superar rutinas y prejuicios. Las ataduras del pasado son lastres que impiden ajustarse al veloz ritmo de la nueva era digital. Sin embargo, por miedo al cambio, o por insensibilidad ante la necesidad de innovar, más del 80% de las empresas españolas desperdician el posible talento creativo de sus trabajadores por falta del clima motivador adecuado.
Cuando se penaliza el error, o cuando se cree que sólo en la cumbre está la inteligencia y el conocimiento, se está apostando por el pasotismo de los empleados más imaginativos, que, al no sentirse escuchados, pueden llegar a “pasar” de la empresa y de su sentido de pertenencia a la misma.
Por el contrario, las empresas conscientes de que el talento no entiende de galones, sino de mentes activas, inquietas y observadoras, tienden a desarrollar culturas permeables a las sugerencias de mejora en todos los ámbitos sin prejuicios ni estereotipos que lo impidan. Para lo cual, ponen en juego actuaciones varias, entre las que destacamos las siguientes, sin ánimo de ser exhaustivos:
Estas ideas, más otras ajustadas al propio entorno, hoy, quizás más incierto que nunca constituyen la melodía en la que se habrán de inspirar las empresas con ambiciones de sostenibilidad en el medio y largo plazo, La letra ya es cosa de cada una.
Miguel Bello
Profesor colaborador de ENAE.