Por Javier Pagán. Profesor miembro del cuadro docente de ENAE Business School y socio y director de Activa-t.
Soñar es la herramienta que poseen las personas para auto-movilizarse y salir del cascarón protector que ofrecen la rutina y el hábito. Soñar es crear “espacios” de emprendizaje, cargados de ilusión, adrenalina, emoción, y decisión, donde, en última instancia, la persona soñadora decide si desea vivir el sueño como una quimera, o como una fuente de alimentación e inspiración que la movilice a la acción.
Así pues, movimiento y acción vienen precedidos por el aroma que desprende el sueño y por el vehemente deseo de actuar y trabajar que dicha fragancia activa. En el momento una personas decide embarcarse en el excitante viaje que la lleva a conseguir su sueño corre el riesgo de quedarse paralizada cuando toma conciencia de la distancia real que la separa de su destino y desconoce por dónde empezar su andadura. Organizar el camino en etapas más cortas reduce la sensación de vértigo inicial y proporciona pistas más concretas de cuáles pueden ser los primeros pasos.
Una vez identificadas las diferentes etapas, es momento de definir unos objetivos que sigan los principios SMART. Y pese a las ventajas que se atribuyen a los objetivos definidos siguiendo esta estructura, puede que la formula, en su intento por concretar y focalizar el esfuerzo y por generar sensación de movimiento, limite la capacidad creativa de la persona anclándola en exceso a las experiencias pasadas. Hablar de visión es hablar de expectativa, de intención, y de deseo por alcanzar algo que no se tiene y de creatividad, de riesgo, y de incertidumbre por tener que actuar de un modo diferente tomando caminos alternativos, en ocasiones totalmente desconocidos.
Reducir la distancia que separa lo que se desea de lo que se tiene, hacer cercano lo lejano, y posible lo imposible requiere de un ejercicio creativo que estimule la generación de ideas que sirvan de lanzadera para encontrar opciones, modos y procesos que “acerquen”. Pero esta libertad de movimientos que se presupone al “yo creativo” se ve acotada por la actuación indiscriminada del “yo racional” que, avalado por la consolidación de principios como los SMART, campa a sus anchas durante la fase de definición de objetivos, invitando a la persona a pensar únicamente en los términos de posibilidad y realidad que “amparan” las experiencias, logros y fracasos pasados.
El principio SMART defiende que los objetivos deben ser:
- Específicos (S).
- Medibles (M).
- Alcanzables (A).
- Orientados a resultados (R ).
- Enmarcados en un horizonte temporal concreto (T).
Esta consideración presenta la limitación de las tres Rs:
Rigidez: Los objetivos se definen en un momento determinado del tiempo, con una realidad concreta “coloreada” por unos condicionantes “ambientales” internos y externos determinados que evolucionan y cambian en el mismo momento en que se empieza a caminar. El movimiento “cambia” la realidad inicial, invalidando muchas de las consideraciones iniciales y demandando nuevas ideas que se adecuen mejor a las características de la nueva situación.
Realismo: decir que los objetivos deben ser alcanzables implica otorgar a la experiencia la potestad de discernir lo que es posible e imposible. Anular el efecto positivo asociado al ejercicio creativo pone cortapisas a la posibilidad de encontrar nuevas formas de actuar que cuestionen el conocimiento y experiencia y que den una nueva dimensión a lo alcanzable.
Reciclaje: La experiencia adquirida no se aprovecha. El seguimiento que propone el principio SMART no garantiza acomodar el aprendizaje. Los objetivos son “definiciones” rígidas y estáticas incapaces de aprovechar las ventajas asociadas a las estructuras orgánicas. Hacer eco de las limitaciones invita a pensar en la definición de los objetivos en términos de
FROTEM: Flexibles para adaptar el impacto de las experiencias vividas y hacer de los objetivos estructuras orgánicas
Retadores para estimular la creatividad Orientados al resultado para que las acciones contribuyan a avanzar
Temporales para sentir la presión del horizonte temporal concreto y para no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy Específicos para focalizar el esfuerzo en el punto o área que se desea trabajar
Medibles para conocer el progreso e impacto de las acciones adoptadas