por Gloria Montes Gaytón. Profesora y Directora del Máster en Dirección Financiera de ENAE Business School
Usted, ¿se subiría a un avión sabiendo que el comandante, aunque con muchas horas de vuelo a sus espaldas, no lleva la carta de navegación? ¿Se imagina, por ejemplo, que se produjera una tormenta inesperada durante el vuelo? A pesar de la pericia del piloto, los problemas serían muchos y graves.
Bueno, pues estos desastres ocurren con frecuencia en las empresas que no planifican, van a pecho descubierto, dando palos a todo lo que se mueve e invirtiendo esfuerzos que, en muchos casos, tienen una mínima o nula traducción en la mejora. Recientemente, en un seminario que he impartido para gerentes de Pymes pregunté quién hacia alguna proyección; para mi sorpresa: nadie, y las razones que me argumentaron: "no tengo tiempo, nunca se cumple, arruina mi capacidad de improvisación, mi estructura es flexible y me puedo adaptar".
Creo, de verdad, que nos equivocamos; no digo planificar a la japonesa -periodos de 25 años-. Pero de esto, a nada, hay una gran diferencia. De las muy diversas definiciones que se han hecho de planificación, yo siempre, coloquialmente, digo que un plan “es una estimación que se hace para que no se cumpla”. Porque, es cierto, cumplirse, lo que se dice cumplirse, en sentido estricto, casi nunca. Ahora bien, indican cuánto se han desviado de la senda prevista y ponen en la pista para corregir o minimizar esos desajustes.
Desde esta óptica, la planificación toma todo el sentido y alcanza la máxima expresión. Porque aquello que no se mide no se controla y lo que no se controla no se puede corregir, esa es la cuestión. Por otro lado, a tenor de la importancia relativa, hay variables más y menos relevantes. Las primeras tienen un alto interés, dado que pequeñas desviaciones en sus valores, suponen fuertes impactos en la empresa; por el contrario, las segundas carecen de interés.
Si el tiempo que tiene es limitado y no llega a controlar todos los movimientos, céntrese en el grano y deje al lado la paja. Ahora bien, con relación a las variables relevantes tienen que planificarse palancas por todos los lados; no puede permitirse que ninguna marea les afecte, porque la improvisación tiene más riesgos que beneficios.
Considero que la planificación es absolutamente imprescindible, porque “si no sabes dónde vas, puedes llegar a donde no quieres”, suelo decir con frecuencia.