Escribir para este blog comporta el reto de atinar en el desarrollo de las ideas que se ponen en común con excelentes profesionales, si tenemos en cuenta que ésta puesta en común se hace en el contexto de una escuela de negocios, que proyecta y demanda pragmatismo; pero también rigor en los fundamentos que sustentan el conocimiento que enseña.
Por ello, en este post me propongo reflexionar, que no teorizar, sobre algunas características que, en mi opinión, se tornan vitales para el ejercicio del liderazgo en el entorno actual en el que se desenvuelven las organizaciones.
En primer lugar, tengo que decir que no descubro nada nuevo al señalar que son múltiples y variados los retos planteados al conjunto de la sociedad y a los que no escapan las organizaciones empresariales: cambios en la naturaleza de la fuerza de trabajo; el avance de la tecnología; los retos de la educación; la crisis política y económica mundial y su impacto en la sociedad, reflejado en la desigualdad, la exclusión, la pobreza y los procesos migratorios; unido al acelerado deterioro del medio ambiente; retos, todos ellos, que generan la necesidad de reflexionar en torno a la manera en la que entendemos la articulación del ejercicio del liderazgo, planteándonos la pregunta ¿qué debe caracterizar dicha práctica?
Tomo como referencias prácticas la experiencia adquirida en el liderazgo de equipos de personas en el contexto de organizaciones nacionales en el ámbito estudiantil y político; el estudio y análisis de las experiencias empresariales que se suceden en mi entorno más cercano, y los casi diez años de docencia universitaria centrada en la enseñanza de la teoría y en el entrenamiento en la práctica del liderazgo, tanto a jóvenes directivos que se iniciaban en este mundo, como a otros más experimentados. Y, por otra parte, la fundamentación obtenida del estudio de la literatura que ampliamente se ha desarrollado en este campo y de la que se desprenden importantes avances que, lamentablemente, no siempre llegan a ser aprovechados para la transformación de la realidad debido, entre otras razones, a la urgencia con la que venimos operando en las organizaciones.
A partir de lo anterior, identifico algunas características, como ya anunciaba, fundamentales para la práctica del liderazgo en el entorno actual, y en las que se profundiza sobre su estudio en el Máster Executive MBA de ENAE. Algunas de ellas están muy ligadas a la condición humana y, por tanto, perduran a lo largo del tiempo y otras más ligadas a fenómenos históricos que pueden ser relacionadas con los cambios de la realidad sobre la que se proyecta.
- La primera de las características es: tener un compromiso fuerte y no “mercenario” con el proyecto que se ofrece y se representa, cualquiera que sea su naturaleza. En este sentido, nadie que no crea en lo que hace y ofrece, genera esa credibilidad para el ejercicio del liderazgo. Como personas y como organización, somos una mezcla de valores e intereses y siempre resulta complejo separar valores e intereses en los comportamientos humanos. Sin embargo, el liderazgo es tanto más fuerte, cuantos menos intereses personales estén involucrados en el compromiso. Entendiendo, que el compromiso con un proyecto implica tener una conciencia clara de la oferta y del valor que esa oferta añade para uno mismo y para los demás. Por ello, cuando se lidera un proyecto en una organización, ya sea política, social, económica o cultural, y no se sabe claramente qué se ofrece y qué valor se añade a los demás, la función del liderazgo queda debilitada.
- La segunda característica es la capacidad de reconocer y gestionar el estado de ánimo de los demás. No nos confundamos, esto no quiere decir que se deba seguir la estela del estado de ánimo de los demás, pero sí tenerlo en cuenta en relación con el proyecto que ofrece. Esto significa que si nos encontramos con un estado de ánimo negativo y el líder no es consciente de él, la distancia y la desconfianza aumentarán. Para cambiar algo negativo en positivo o para hacer lo positivo más positivo todavía, es fundamental comprender y estar atento y preparado para gestionarlo y cambiarlo en la medida que ese cambio puede facilitar la consecución de objetivos.
Hay líderes que se creen fuertes sin tener en cuenta el estado de ánimo de la gente cuando toman decisiones que mantienen con firmeza. Este tipo de líderes, básicamente se sienten fuertes, porque confunden el poder con la autoridad y ejercen ese poder (atribuido) sin autoridad moral. Por ello, cuando se pierde el poder, si no se ha ejercido con autoridad (vista ésta como cualidad moral), el liderazgo desaparece. Sin embargo, cuando la autoridad se ejerce como poder moral, el liderazgo puede hacerse cargo del estado de ánimo de la gente, produciendo cambios en ese estado de ánimo. Siempre partiendo de la idea de que el compromiso con lo que se defiende es fuerte y no mercenario.
- La tercera característica es la fortaleza emocional, la que no se debe confundir con inteligencia emocional de la que tanto sehabla. En este caso, identifico “fortaleza emocional” en el sentido casi confuciano del término: “… el ser humano centrado que no se deja arrastrar por la exaltación en el éxito, ni por la depresión en el fracaso”. Siendo, entonces, la capacidad de no dejarse arrastrar por el éxito, ni por el fracaso.
Una de las cuestiones que más perturba el ejercicio del liderazgo es lo que algunos autores llaman, y a los que me sumo, “la borrachera del éxito”. Parece ser que al paso que vamos, todos moriremos de éxito y si miramos a nuestro alrededor, es cierto que es una de las muertes más habituales.
Usualmente nos contentamos con que “todo vaya bien”, entonces ¿por qué debemos cambiar? Mi respuesta a esa pregunta es que, debemos cambiar porque la realidad ha cambiado y si no cambiamos vamos a salirnos de la realidad, o la realidad se va a alejar de nosotros. Con más frecuencia de la que conviene, los líderes se aferran al éxito, produciéndole una ceguera muy peligrosa que les impide ver los cambios y la necesidad de responder a ellos.
- La cuarta característica está muy relacionada con la capacidad de procesar y compartir información que, junto a otras herramientas facilitadoras del trabajo en grupo, ofrecen las nuevas tecnologías. En la actualidad, el avance y desarrollo tecnológico introduce importantes cambios en las posibilidades que tiene el líder de vertebrar los equipos de trabajo distribuyendo y compartiendo la información necesaria para el cumplimiento de los objetivos. Esta nueva situación no favorece los estilos de algunos líderes que ocultan información, incluso a sus colaboradores, intentando tener un mayor poder relativo, despreciando así las enormes ventajas del flujo horizontal y vertical de la información en el contexto de la organización. En este nuevo paradigma se puede alterar la relación clásica entre la información y el poder, facilitándose la participación y el compromiso.
- Por último, la quinta característica que señalo tiene que ver con la capacidad de coordinar equipos de colaboradores diversos y multidisciplinares. En un mundo cada vez más intercomunicado y diverso, se revela como muy conveniente la capacidad del líder de poner en valor la riqueza de esas personalidades diversas, logrando una verdadera integración y cohesión de los equipos, al obtener de cada una de las personas lo mejor que puedan dar como parte de esa diversidad, tanto de pensamiento, como cultural, que se manifiesta de manera creciente en los equipos y las organizaciones.
Llegados a este punto, y expresadas las ideas fundamentales de este post, te invito querido lector, ya que has llegado hasta aquí, a que compartas tu opinión sobre el mismo. Convencido estoy que tus comentarios serán muy interesantes.
Ledián Valle Mestre
Profesor de ENAE Business School y Doctor de la Universidad de Murcia