Coworking: el trabajo compartido crece con la pandemia

Coworking: su consolidación

Antecedentes

El confinamiento primero y la crisis económica después ha hecho cobrar fuerza al coworking, trabajo compartido o trabajo en cooperación. El cierre de empresas ha provocado incrementos en el número de autónomos, en muchos casos emprendedores dispuestos a iniciar sus propios proyectos ante la dificultad de obtener un contrato por cuenta ajena.

También las nuevas tecnologías facilitan este tipo de colaboración, necesaria en muchos casos.

En otras situaciones, la búsqueda de esta alternativa viene dada por el hartazgo del confinamiento y las molestias que origina el teletrabajo desde casa.

Uno de los primeros espacios surgidos en Europa y considerado antecesor del coworking surgió en Berlín en 1995. En la ciudad alemana se fundó la C-base, una asociación sin ánimo de lujo que desarrolló el proyecto ‘BerlinBackbone’. Su pretensión era el intercambio de conocimiento entre distintos profesionales de la informática, científicos de datos, etc.

A finales de esa década, el término coworking comenzó a popularizarse en Estados Unidos de la mano del diseñador de juegos Bernie DeKoven, quien utilizó la palabra para describir el trabajo colaborativo a través de equipos informáticos.

Solo unos meses después comenzaron a surgir los primeros coworking oficiales: espacios –a sus usuarios no les gusta llamarlos oficinas- en el que emprendedores, autónomos y micropymes comparten experiencias y recursos. No se trata únicamente de convivir durante las horas de trabajo con otras personas, si no de aprovechar sinergias entre los profesionales y servirse de las relaciones entre distintos sectores y proyectos.

Descripción general

Para facilitar estos objetivos, los espacios de coworking cuentan con un gestor (coworking space manager) que, además de encargarse de los servicios y suministros comunes, atiende a los usuarios y dinamiza las relaciones entre ellos.

Crear lazos entre la comunidad de coworkers (usuarios) es fundamental para generar oportunidades profesionales. De esta forma, muchas de las actividades organizadas no se limitan a pausas para el café y la charla, si no que pueden trascender a comidas en grupo, excursiones o unas copas en un bar.

Distintas fuentes del sector calculan que en el mundo entero hay registrados entre 15.000 y 22.000 espacios de coworking. En España habría registrados por encima del millar y unos 37.000 puestos de trabajo.

¿A quiénes van dirigidos los coworkings?

Si en un principio los usuarios fueron principalmente profesionales tecnológicos, en la actualidad pequeñas y grandes empresas de todo tipo los utilizan. La deslocalización del trabajo y la flexibilidad horaria han contribuido al crecimiento de esta modalidad. Sin olvidar tampoco el considerable ahorro que supone un contrato en un coworking frente al despacho tradicional.

En este sentido, cabe recordar que el coworking no debe confundirse con otros tipos de espacios de trabajo como pueden ser los centros de negocios, las oficinas compartidas o los hot desk, aunque todos ellos tengan características comunes.

Un coworker apenas necesitará su ordenador, su teléfono móvil y una buena conexión a internet. Por lo demás, solo requerirá una mesa y una silla; y, por supuesto, una buena convivencia y sintonía con el resto de los usuarios.

Muchos son los programadores informáticos, diseñadores, comerciales o consultores que acuden a estos espacios por todo el país para atender a distintos clientes.

El alquiler de estos espacios es flexible: por horas, días, meses… y sus precios varían en función de otros servicios que se demanden como pueden ser salas de reuniones más privadas. En las grandes ciudades españolas es posible utilizar estos servicios desde 5 euros/hora, bonos de diez horas de uso por 25 euros o 250 euros por un puesto fijo al mes, sin limitación horaria 24 horas siete días a la semana. El precio también varía por la localidad en la que se encuentre, su ubicación o tamaño del espacio con más o menos puestos de trabajo.

Existen, incluso, coworking gratuitos gestionados por instituciones públicas. En estos, en cambio, donde los usuarios rotan más, suele ser más difícil crear una comunidad coworking.

Ventajas del Coworking

Como se ha indicado, los espacios de coworking están en continuo crecimiento, lo que demuestra que tienen una alta demanda por sus evidentes ventajas.

• Es ostensible el ahorro en los costes de alquiler respecto a un local u otro tipo de despacho. De esta forma, el emprendedor no deberá asumir unos gastos elevados en el inicio de su actividad.
• Frente a la soledad del trabajo desde casa, los coworkers se sentirán arropados por otros profesionales con los que no solo puede relacionarse, sino interactuar, compartir proyectos, servicios y hacer clientes u obtener proveedores.
• Aunque la mayoría de estos espacios permanecen abiertos 7/24, la convivencia permite mejorar la disciplina en el trabajo y fijar un horario, frente a las eternas jornadas del teletrabajo desde casa y la conciliación con la vida familiar.
• Al estar rodeado de un ambiente profesional, la productividad mejora.
• Servicios complementarios como conexión a internet, recepción de llamadas o correo y domicilio fiscal, un comedor, sala para el café, fotocopiadora, escáner e impresora…

• La asistencia a eventos organizados por el propio espacio permite la formación continua, además de socializar con el resto de profesionales.

  

Inconvenientes del espacio de trabajo compartido

• Aun cuando son frecuentes los espacios de coworking abiertos 24 horas al día, existen otros con estrictos horarios de apertura y cierre, por lo que deberá ajustarse a lo establecido.
• Es difícil contar con privacidad para tratar asuntos que requieren discreción. Por ello es común que sus usuarios utilicen salas vacías para mantener las entrevistas y realizar las llamadas de teléfono más confidenciales.
• Mucho silencio o excesivo ruido. Ambas situaciones pueden darse en estos espacios compartidos. En el primero de los casos, puede generar apuro recibir un exceso de llamadas si no se ha silenciado previamente el teléfono, e incluso mantener una conversación por corta que sea deberá hacerse en un tono más bajo de lo que sería usual en otro ambiente.

Por el contrario, si el ruido es excesivo por el amplio número de usuarios al mismo tiempo, puede ser difícil alcanzar una concentración óptima. Es muy común ver a trabajadores de coworking con cascos y auriculares para aislarse del exterior.

Como puede verse, esta fórmula de trabajo colaborativo presenta algunas desventajas. El usuario deberá, por tanto, valorar cuál es la modalidad que mejor se ajusta a su perfil.